La lata de conservas fue patentada en 1810 por Peter Durand,
un inventor inglés. Como no estaba vinculado con la producción de alimentos
Durand vendió su patente a Bryan Donkin y John Hall, éstos iniciaron la
fabricación comercial de enlatados alrededor de 1813 envasando alimentos para
la Armada Británica.
En un principio las latas fueron selladas con soldadura de
plomo, material de alta toxicidad. Famoso fue el caso de la expedición ártica
de John Franklin en el que la tripulación fue víctima de envenenamiento, luego
de consumir alimentos enlatados durante tres años. El primer abrelatas no fue
inventado hasta 1855
Un alimento en conserva es aquel al que se le aplican
diferentes técnicas, industriales o caseras, para evitar su deterioro. Es un
método de conservación alimentaria que impide que los alimentos se degraden. De
esta manera, la vida útil del alimento se prolonga durante un periodo de tiempo
muy amplio, de meses hasta incluso años. El proceso de conservación se basa en
modificar alguno de los factores implicados en el deterioramiento de los
productos, por ejemplo eliminar el oxígeno o la cantidad de agua, o modificar
la temperatura. Las conservas más utilizadas y comunes son las de atún,
verduras, mermeladas e incluso platos ya elaborados como pasta en salsa. El
artículo explica en qué consiste esta forma de envasado, cómo deben almacenarse
y los principales riesgos asociados.
El uso
de barnices en los envases metálicos ya cuenta con una larga historia. Desde
principios del siglo XX los fabricantes de recubrimientos comenzaron a apoyar
al desarrollo del mercado del envase, llegando muy pronto a la fabricación de
barnices interiores a base de resinas oleorresinosas; más tarde llegaron las
fenólicas, hasta que en el año 1935 se comienzan a enlatar cervezas, lo que
supuso la aparición de los revestimientos vinílicos. Después aparecen las
epoxi-fenólicas, los organosoles, acrílicas… Y la evolución de los
recubrimientos continúa resolviendo los desafíos que la industria del envase
presenta en su afán de enlatar mayor diversidad de productos (alimentos ácidos,
sulfurosos, bebidas carbónicas, etc.), y buscar nuevos diseños y materiales
para los envases.
Los
desarrollos que se van consiguiendo en este sector, son polarizados por la
tecnología y la investigación de empresas de Estados Unidos, Alemania y Gran
Bretaña, que con el paso del tiempo van otorgando licencias en muy distintos
países.
Dentro
de la industria metalgrafica, la utilización de barnices y lacas siempre
ha originado un subsector especial de conocimientos muy especializados, dando
lugar a una industria auxiliar dedicada a su aplicación - junto con la
litografía - en la que se apoyan muchos fabricantes de envases sobre todo los
de pequeño tamaño. La causa de ello no es solo el conocimiento necesario para
su definición y uso sino también las fuertes inversiones que se requieren para
su aplicación, difíciles de amortizar en las sociedades con un volumen medio o
bajo de facturación.
La
utilización de barnices, como ya se ha dicho, se inició pronto en la
industria metalgrafica como respuesta al ataque interno - por la acción del
producto - y externo - agentes ambientales - de los envases. Para envasar
productos muy agresivos como escabeches, encurtidos y sobre todo bebidas en
seguida se apreció que por muy alta protección por estaño que tuviese la lamina
de acero de la hojalata, era simplemente una cuestión de tiempo la aparición de
ataques y/o perforaciones pero ya mucho antes el producto había perdido
sus cualidades adecuadas para su consumo.
Desarrollo
Como se ha comentado anteriormente, la principal función de
los recubrimientos interiores es la de proteger al alimento de posibles
interacciones con el material de envase que pudieran originar deterioro en su
calidad. Al igual que los films poliméricos, los recubrimientos contienen a
menudo distintos aditivos en pequeña cantidad, cuya presencia mejora
determinadas propiedades deseadas: capacidad de adherencia, viscosidad,
adhesión y lubricidad.
Algunos de los materiales empleados habitualmente como
recubrimientos interiores se describen a continuación:
Tipo epoxi
Uno de los sistemas de recubrimiento más eficaces, tanto
para aplicaciones alimenticias como no-alimenticias son los recubrimientos
epoxi fenólicos. Combinan propiedades de interés, tales como: resistencia
química, excelente adhesión al sustrato, buena flexibilidad (para la formación
de envases) y elevada resistencia a la esterilización a alta temperatura.

No se emplean independientemente, ya que no son aptos para
altos grados de deformación de los metales. Por esta razón, resinas epoxi de
alto peso molecular se mezclan con resinas fenólicas en proporciones 3/1 y 6/1
(relación epoxi/fenólico). Los grupos fenólicos actúan como agentes de
entrecruzamiento a elevadas temperaturas de curado, dando lugar a un film denso
y resistente. Los films epoxi fenólicos resultantes (con espesores habituales
de película seca de 4-8 g/m2) presentan generalmente un color desde
pálido hasta dorado intenso, debido a la influencia de los grupos fenólicos. De
forma alternativa, pueden emplearse agentes de entrecruzamiento incoloros, como
las resinas tipo amina. El resultado son films menos resistentes, pero
transparentes, adecuados para aplicaciones menos críticas o con función
estrictamente decorativa.
Los recubrimientos tipo epoxi suponen un 85-90 % de todas
las aplicaciones internas en envases metálicos de la industria alimentaria y no
alimentaria (aerosoles, bidones, etc.). Todas las latas de bebida presentes
actualmente en el mercado se protegen internamente mediante un recubrimiento
tipo epoxi en base acuosa, aplicado mediante spray.
Los recubrimientos tipo epoxi anhidro son una variación de
lo visto hasta ahora. Contienen una pigmentación a base de dióxido de titanio,
lo que le proporciona un color blanco al recubrimiento, empleado en la
industria para darle un aspecto más “sano y limpio” al interior de los envases
metálicos.
Tipo organosol
Este tipo de recubrimientos suponen la existencia de dos
fases en un disolvente orgánico, una fase dispersa de PVC y una fase disuelta
de resina termoestable. La dispersión del PVC permite obtener una gran
concentración de sólidos (50-60 %) mientras se mantiene una viscosidad
suficientemente baja como para facilitar la aplicación del recubrimiento. Dado
este elevado contenido en sólidos, pueden lograrse films de hasta 10-14 g/m2
de película seca, muy flexibles permitiendo altos grados de deformación.
Por esta razón, los recubrimientos tipo organosol se emplean principalmente en
aplicaciones de tapas abrefáciles y envases de gran profundidad. A veces se
suele incorporar una capa de tipo organosol sobre un recubrimiento
epoxifenólico, ya que éste último mejora las propiedades resultantes y facilita
la adhesión del segundo recubrimiento.
Tipo poliéster/poliéster modificado
Los recubrimiento tipo poliéster, que originan films de
color blanco acuoso, son muy flexibles, pero se emplean principalmente para
funciones decorativas externas de los envases, ya que su resistencia química y
su aptitud para procesos de esterilización son relativamente bajas.
Mediante la modificación del poliéster por reacción con
resinas tipo epoxi o fenólicas, se pueden obtener poliésteres modificados con
propiedades mejoradas, empleados como recubrimientos internos por ejemplo como
alternativa al uso de PVC, por razones medioambientales.